sábado, 3 de enero de 2015

El Sistema Circulatorio Linfático

El sistema linfático recoge el exceso de líquido que queda entre las células, devolviéndolo a la sangre, y además transporta las grasas que se absorben en el intestino.

El sistema circulatorio linfático es mucho más sencillo que el sanguíneo. Está formado por los siguientes órganos:

  • Capilares linfáticos. Son pequeños vasos ciegos muy finos distribuidos por todos los tejidos. Se encargan de recoger el líquido intersticial.
  • Vasos linfáticos. Son vasos de estructura parecida  a las venas. Resultan de la confluencia de capilares linfáticos. Estos vasos desembocan en el sistema circulatorio sanguíneo, al que vierten su contenido. En su interior presentan una serie de válvulas que solo permiten la circulación en una dirección.
  • Ganglios linfáticos. Son pequeños ensanchamientos que se producen a lo largo de los vasos linfáticos. En ellos se eliminan las sustancias extrañas y los microorganismos de la linfa, con el fin de que no entren en la sangre. Son también centros de maduración de algunos tipos de glóbulos blancos.
    Los ganglios linfáticos son especialmente abundantes en las axilas, las ingles, el cuello y alrededor de las orejas. Por ello, cuando la cantidad de microorganismos es muy grande, estos son los primeros ganglios que notamos, ya que se inflaman y aumentan de tamaño.

El sistema linfático recoge, a través de las finas paredes de los capilares linfáticos, el líquido intersticial no absorbido por las células y lo conduce hacia los vasos linfáticos. Este líquido intersticial que entra dentro de los vasos linfáticos se denomina linfa. Los vasos linfáticos desembocan en diferentes lugares del sistema circulatorio, haciendo que la linfa se incorpore a la sangre.


La linfa solo circula en una dirección y avanza impulsada principalmente por las contracciones de los vasos linfáticos, los movimientos respiratorios del tórax y, en algunos casos, por la fuerza de la gravedad.



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