La primera transfusión de sangre
a un ser humano se llevó a cabo en junio de 1667 por el médico de la corte de
Luis XIV Jean Baptiste Denys quien realizó a un muchacho la primera transfusión
de la historia con sangre de oveja, aunque en principio este sobrevivió unos
días, murió más tarde y el médico fue acusado de asesinato.
Aun así algunas de las primeras
transfusiones fueron un éxito, siempre por suerte, luego provocaron muchas
muertes y la práctica fue proscrita.
No fue hasta el año 1900 cuando
el médico austriaco Landsteiner descubrió que la incompatibilidad de grupos
sanguíneos podía causar la muerte del receptor. De este modo se evitaron muchas
muertes, pero aún quedaba por descubrir un método que evitara que la sangre se
coagulara antes de transfundirla al receptor. Fue un médico estadounidense
llamado Richard Lewinson quien añadiendo citrato de sodio descubrió el primer
anticoagulante sanguíneo.
Primera transfusión de sangre citratada. Hospital Rawson de Buenos Aires (Argentina), 9/11/1914. |
Los avances para perfeccionar
esta técnica se han ido sucediendo y así se han evitado los contagios de
enfermedades como la hepatitis o el SIDA. Actualmente y gracias a los sistemas
de detección del virus, la transmisión de enfermedades mediante transfusiones
es infrecuente en las naciones desarrolladas, pero sigue siendo un problema en
los países en vías de desarrollo que no disponen de la técnica adecuada.
Antes de realizar una transfusión
sanguínea se debe asegurar la compatibilidad de los grupos sanguíneos del
donante y el receptor, para evitar reacciones hemolíticas mortales.
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